Página 59 - PMDOT

Versión de HTML Básico

55
afectaciones ambientales, de la salud de la población, además de poner en riesgo zonas
productivas.
Como resultado de un desarrollo que ha subestimado la importancia de la imbricación
inevitable de los sistemas urbanos y los sistemas naturales, hoy encontramos sobre el
territorio del DMQ situaciones de vulnerabilidad en los dos sentidos de esta relación: hay
situaciones que amenazan las condiciones de vida de los ciudadanos, y hay situaciones
que amenazan igualmente un desarrollo coherente y beneficioso de los procesos
ecológicos desplegados sobre el territorio. En este sentido, la gestión territorial no ha sido
capaz de evitar el surgimiento de asentamientos urbanos emplazados en zonas de alto
riesgo de desprendimiento de suelo, ni la consolidación de espacios urbanos, tanto
regularizados como no regularizados, sobre localizaciones que ofrecerían, de otro modo,
grandes beneficios recreativos, ecológicos y ambientales.
En términos de escala urbana, se observa que el crecimiento del espacio urbano
consolidado en dirección sur y a lo largo de la meseta es desde hace décadas una de las
dinámicas expansivas más claras del DMQ. Esta forma de crecimiento sin considerar las
condiciones orográficas naturales, por ejemplo las quebradas, ha devenido en graves
afectaciones a la seguridad y ha dejado de lado la recuperación de un sistema de
corredores ecológicos en dirección este-–oeste, que aportarían a un gran potencial
recreativo para la población del DMQ en condiciones de sostenibilidad ambiental.
Las presiones que han devenido para la ocupación del suelo ubicado en los valles,
especialmente en el de Tumbaco y Cumbayá no cuentan aún con una política específica
que oriente esos procesos de manera concomitante con directrices ambiental tales. Sin
embargo se han instaurado procedimientos para el uso y ocupación especial de estos
territorios que empiezan a dejar lecciones y aprendizajes para instaurar esas políticas.
Esta oportunidad daría también lugar a establecer áreas de reserva ecológica que
compongan un mosaico interconectado e integrado sobre todo el territorio, y que respeten
las quebradas y el espacio correspondiente a las áreas de valor ecológico específico, al
tiempo de promover una compactación urbana, en favor de una mayor complejidad,
diversidad y potencialidad económica.
Quito no reúne aún las condiciones de gestión e implementación para ser
considerada una ciudad inteligente. No muestra señales de adecuación en sus
respuestas orientadas a satisfacer los requerimientos ciudadanos. La movilidad
no es integral respecto al territorio y el transporte público no brinda la calidad
necesaria para que sea una verdadera opción. No hay una estructura de
centralidades que brinde servicios adecuadamente distribuidos para posibilitar
la actividad ciudadana con optimización de tiempo y calidad, y que sirvan como
motores de concentración de servicios y actividades que consoliden y organicen
el tejido disperso y poco denso, característicos en la ciudad. La falta de
tratamiento de las aguas residuales atenta la calidad de ríos y las limitaciones
en la gestión de residuos advierten riesgos en la salud pública. La
conceptualización lograda para la integración de áreas naturales tejidas con la
urbe, requiere concretarse en estrategias y planes para su realización.